Dudas sobre el futuro de México

    No sé si será el hecho de que mi círculo social más cercano sea muy pesimista, pero desde hace varios meses los comentarios acerca de las condiciones en que actualmente se encuentra el país, son muy desconsoladoras y existe mucha pesadumbre y un negativismo palpable.
    Dudas sobre el futuro de México. (Foto:  Jesús Villaseca Pérez)
    Dudas sobre el futuro de México. (Foto: Jesús Villaseca Pérez)
    Apenas este fin de semana en una reunión donde la mayoría de la gente asistente eran periodistas y comunicólogos, nos dimos a la tarea de tratar de hacer un análisis desde una perspectiva muy personal sobre las necesidades que tiene el país, las urgencias sociales y los mayores peligros que están acechando la vida cotidiana de cada uno de nosotros.


    La corrupción, la inseguridad, la falta de oportunidades y el hartazgo que causa nuestra clase política fueron las conclusiones más evidentes. Hasta las personas que en otros momentos defendían y trataban de argumentar en favor de los gobernantes –basados en una razón lógica, que es que trabajan para empresas muy cercanas al poder–, fueron mucho más moderados y a veces hasta pesimistas.

    Ya a nadie le importa lo que pase en las próximas elecciones de junio. Indigna el aumento de narcopolíticos en el poder, nadie cree en los discursos y promesas de los políticos y se acabaron las eternas discusiones ideológicas para defender a un candidato o partido. “Ya no hay propuestas viables ni creíbles”, dijo uno para terminar el tema.

    Y desgraciadamente es cierto. ¿Será que el sistema democrático está en crisis? Eso es difícil de resolver, pero los que si están en un problema muy grueso de credibilidad son los partidos y los políticos. Solo para reafirmar lo que en esa reunión se habló, busqué datos para ver que tan errados estábamos, pero la realidad refuerza nuestra visión.

    Según datos de una encuesta realizada por Reforma el 13 y 14 de febrero de 2015, el 73% de los encuestados considera que los políticos son corruptos. Y aún hay más –como diría un famoso y muy aburrido conductor de Televisa en sus años de gloria–, el 92% considera que las propiedades que los políticos y gobernantes mexicanos han comprado tanto en el país como en el extranjero son producto de la corrupción.

    Más claro ni el agua. Y esto se ve reflejado en el nivel de aprobación de la gente. En la Gran Encuesta Electoral: Punto de Arranque Rumbo al 7 de Junio 2015, realizada por consulta Mitofsky, solo 27% de los encuestados sabe que en habrá elecciones en esa fecha. Y todos, absolutamente todos los partidos, tienen una imagen negativa.

    El PRI ocupa el primer sitio en percepción negativa con 44%, el PRD 41%, PT 40% y hasta Morena resultó golpeada con el 34%. O sea que al final, la cosa sigue siendo muy paradójica para la sociedad, ya que a pesar del rechazo que se tiene hacia los políticos y los partidos, ellos siguen haciendo funcionar el sistema como mejor les convenga sin que exista forma de castigarlos, salvo con la “deshonra” que implican estas encuestas.

    Y esto es evidente no solo en percepción social, sino que a nivel mundial México sigue siendo uno de los países donde la corrupción es palpable. Según el Índice de Percepción de la Corrupción 2014, elaborado por la organización Transparencia Internacional, nuestro país ocupa el sitio 103 de 175 países.

    Pero no solo eso, México es el peor país de los 34 que integran la OCDE y a nivel Latinoamérica, solamente Venezuela lo supera en este índice. Y lo más grave es que pase lo que pase con respecto a iniciativas oficiales para luchar contra la corrupción, el bajo nivel en los resultados ha sido constante en los últimos años.

    Este índice hace el análisis tomando como base un parámetro de puntuación en donde 0 es el nivel más alto de corrupción y 100 es el nivel más bajo, con lo que México ha tenido las siguientes puntuaciones: 34 en 2012 y 2013 y 35 en 2014.

    Así, en la plática que tuvimos en aquella reunión pretexto de este texto, también se ponía a prueba el grado de integridad que cada persona debe tener para rechazar beneficiarse de puestos laborales u oficiales, cuestión que desató una polémica interesante sobre si se necesita ser corrupto para poder permanecer en el sistema.

    Ahora lo comparo con lo que Reforma mostró en sus encuestas sobre temas de corrupción en febrero de este año y resulta que en ese estudio, el 76% los participantes señalaron que si a una “persona honesta” se le da un puesto público, lo más probable es que se vuelva CORRUPTA.

    ¿El sistema funciona para la sociedad? ¿Quiénes son los culpables de esto, los políticos o la sociedad en general? ¿Qué se tiene que hacer para cambiar estos modelos de actuación de los políticos y los poderosos? ¿En realidad, cuántas herramientas tenemos para mejorar al país?

    ¿Qué es lo que cada uno de nosotros tiene que hacer para romper esta dinámica de corrupción y crear una nueva cultura de equidad y justicia?

    Ahí les dejo estas preguntas para su reflexión y si encuentran respuestas, háganmelas llegar por favor, porque yo aún no las encuentro.



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