La malaria de los secuestros en México
Más allá de las cifras “alentadoras” que maneja el gobierno
federal con respecto a la baja en los índices delictivos y principalmente en
temas como homicidios dolosos, el diario The Washington Post publicó
recientemente un reportaje en donde pone de manifiesto que la realidad sigue
siendo muy dolorosa para muchas familias que son víctimas de los secuestros.
Según este diario, “en México, con su historia de violenciapor la guerra contra el narcotráfico y corrupción policial, el secuestro es una
historia vieja”. Y es que los secuestros
siempre han existido pero hasta hace unos años, eran exclusivos de gente muy
adinerada o con cierto prestigio social.
Cualquiera puede ser secuestrado
Ahora las cosas no son así. Los secuestros en México suceden
a diario y la víctima puede ser cualquier persona, con cualquier oficio,
profesión o hasta estudiantes. Pero en la mayoría de los casos, no son parte de
familias económicamente acaudaladas.
Según datos del gobierno federal, en 2013 registraron 1,698
secuestros (pero datos de la ONG Alto al Secuestro fueron 3,038). De enero a
julio de este año, se han presentado 808 privaciones de la libertad.
Para las autoridades, los secuestros en 2014 han disminuido
17% con respecto al mismo periodo del año anterior; pero contrario a esto, Alto Al Secuestro afirma que en realidad este
delito ha aumentado 56% en este mismo periodo.
¿Por qué tanta diferencia en las cifras? La respuesta es muy
simple: la gente no denuncia los secuestros. La lista negra –casos no
denunciados- está por arriba del 90%; es decir, solo un 10% de las privaciones
se reportan a las autoridades.
Y el hecho de que la sociedad no denuncie los secuestros
tiene varias causas. Una de ellas es la falta de mecanismos para brindar
seguridad a las víctimas y sus familiares. La otra es la corrupción imperante
en las organizaciones de seguridad –sobre todo municipales- encargadas de
perseguir este delito. En muchos casos son los mismos policías los
secuestradores.
La explicación oficial de que los homicidios disminuyen pero
los secuestros aumentan alarmantemente está basada en la lógica de que las
estrategias implementadas para combatir el narcotráfico han tenido éxito y las
organizaciones criminales se han visto obligadas a expandir sus negocios hacia
los secuestros y extorsiones.
Desatención oficial a este delito
También está el hecho de que desde el 2006 las fuerzas
federales enfocaron todos sus esfuerzos y recursos a combatir el narcotráfico y
la implementación de estrategias para esto limitó el combate de otros delitos
como los secuestros y extorsiones.
Apenas hace unos meses se puso énfasis en detener esta
tendencia y se crearon oficinas federales y estatales exclusivas para combatir
este delito específico. Así, en enero de 2014 se creó la Estrategia y
Coordinación Nacional Antisecuestros, con Renato Sales Heredia como el “Zar
antisecuestros” que vigila, coordina y capacita a todos las organizaciones
policiacas del país en estos temas.
Las penas carcelarias también aumentaron para los
secuestradores y se ha intentado con estas medidas que los datos reflejen una
disminución en los casos, pero la realidad es que está sucediendo todo lo
contrario. Los secuestros aumentan alarmantemente.
Daños profundo a la sociedad
Muchos especialistas en temas de seguridad nacional afirman
que los secuestros y extorsiones son delitos de alto impacto social no
solamente por el daños físico y psicológico que se causa a las víctimas y
familiares, sino porque afecta de forma grave la percepción de la sociedad al
sentirse vulnerable a ser secuestrada y que no existan los mecanismo oficiales
que garanticen su liberación.
Esto conlleva un doble impacto negativo. Por un lado, las
víctimas puede ser cualquiera y esto daña la estabilidad emocional de las
comunidades, provocando cambios en los hábitos y rutinas, se pierde la libertad
de salir a las calles y se trastoca la calidad de vida de las familias, aún si
haber sido víctimas.
Por el otro, los criminales se dieron cuenta que con las
fragmentaciones de las organizaciones delincuenciales, cada vez es más
competido el mercado y las rutas para traficar drogas y por lo tanto necesitan
dinero rápido para poder seguir operando, por lo que los secuestros,
extorsiones y cobros de pisos se volvieron en un negocio de grandes ganancias
para ellos, ya que el dinero que reciben por estos actos es en efectivo y
constante.
Es decir, más que un logro de la lucha del gobierno en
contra el narcotráfico, los secuestros se han convertido en una consecuencia
trágica de la forma en que se aplicó y se sigue aplicando la estrategia de “la
guerra contra el crimen organizado”, que empezó desde 2006 y que no termina ni
terminará en un periodo corto de tiempo.
Así, la realidad en México es que los asesinatos continúan a
gran escala, los secuestros y extorsiones presentan un alza constante en el
número de casos y la sociedad sigue expuesta a que un día cualquiera, se reciba
una llamada en donde se pida el rescate por algún familiar que fue
secuestrado….Una triste historia repetida miles de veces.